lunes, 19 de enero de 2009

Cardinals y Steelers a Tampa


Luego de varias sorpresas por el lado de la NFC, ya están definidos los 2 equipos que disputarán el Super Bowl XLIII en Tampa.

Pittsburgh Steelers y Arizona Cardinals medirán fuerzas en Raymond James Stadium (Tampa, Fl) el 1 de Febrero de 2009 a las 21hs (hora de Argentina)

Por el lado de la AFC, Pittsburgh jugó un partido muy sólido defensivamente, probando una vez más que el fraude de Joe Flacco (43% Comp, 3 INT) arruga cuando se enfrenta a una defensa en serio. El jugador más valioso del encuentro fue sin duda el safety Troy Polamalu, quien devolvió una intercepción para TD en el 4to Cuarto, sellando así la victoria de los Steelers. (Sí, ya sé, hubiera sido más apropiado poner una foto del TD de Polamalu, pero después de todo un año asegurando que Flacco se quiebra ante la presión y que es un fraude en la NFL, la noticia del día es que Joe NO es el primer rookie QB en llegar a un Super Bowl, lo cual hubiera lastimado mi ego considerablemente.)

En el partido de campeonato de la NFC, otro quarterback inestable fue incapaz de mantener una ofensiva sólida frente a una defensa sin brillo de Arizona. La chispa vino por el lado del receptor Larry Fitzgerald (9 Rec, 152 Yds, 3 TD), números impecables para cualquier receptor. Lo mejor de Larry es que, para todos aquellos que vimos el partido, sus números no fueron lo más impactante de la noche. Fitzgerald se ocupó anoche de demostrar que un receptor de su talla puede causar problemas en cualquier secundaria (con o sin Polamalu)


En resumen, el 1 de febrero se enfrentan Steelers y Cardinals en lo que puede ser uno de los Super Bowls más desparejos en la historia de la NFL. Arizona (9 partidos ganados en temporada regular) se presenta como un equipo intermitente muy dependiente de lo que puedan hacer Fitzgerald y el nov... perdón, jovato Kurt Warner. Los Steelers llegan más sólidos, con mejores armas defensivas, más recambio en el plantel, mejor staff de entrenadores y muchas más chances de llevarse el XLIII. Los Cards dependen de poco más que un milagro, algo a lo que Arizona empieza, de a poco, a acostumbrarse.

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